Muchas son las sensaciones que he tenido este pasado fin de semana y casi todas ellas, nuevas. Por eso, creo que esta es la crónica más complicada que he podido hacer, ya que hay mil cosas en la cabeza queriendo salir a la vez. Pero intentaré poner orden y describir un poco como fue mi primera maratón. (Aviso, puede quedar un tocho largo aunque intentaré hacerlo digerible con muchas fotos)
El entrenamiento ya estaba finalizado y estaba todo listo, así que pusimos rumbo a Valencia. Negar que estaba nervioso sería como negar que no había soñado ni fantaseado con ese día prácticamente desde meses, más o menos desde que me inscribí. Por eso no me importaba decirlo. Los nervios y ese miedo a lo desconocido creo que son buenos, te mantienen alerta y, sobre todo, te mantienen vivo. Y esos nervios me gustaban, la verdad.
El día de antes
El caso, que llegamos a Valencia y tras la visita al Oceanografic de rigor, me encuentro con esa maravilla de llegada, dentro de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Impresiona solo de verla y pone los pelos de punta solo el hecho de imaginar pasar esos casi 200 metros de alfombra azul, con el público animando.
Pero eso es algo que hay que ganárselo. Así que recojo el dorsal, descansamos en el hotel, salimos a cenar por Valencia y a pasear mis nervios con Isa. Es innegable que en este viaje éramos 3.
Domingo, día de la maratón
Contra todo pronóstico, duermo bastante bien, casi del tirón y a las 6:30 estoy en pie para comer algo (un plátano y un par de barritas de muesli, que no me entra mucho más a esas horas). Me visto mientras mi cabeza corre la maratón 32 veces, cosa de los nervios y pongo rumbo a la salida. Allí había quedado con Mauro y Dani, otros dos novatos a punto de correr también su primera maratón. (Aquí la crónica de Dani, muy grande.)
El día, amanece muy soleado, sin rastro de las tan mencionadas lluvias, aunque la noche anterior cayó a base de bien, y eso hace que en la carrera pasemos algo de calor. Por suerte, bastante moderado, aunque hay gente que lo acusa bastante.
El ambiente, como el de otras carreras vividas en Madrid, quizás un poco más seco. Aun así, conforme avanzan los minutos me voy haciendo más y más flan hasta que por fin, dan la salida. En cuanto empiezas a correr se olvida todo y solo piensas en salir a buen ritmo.
Del km 0 al 30
Empieza la fiesta. Mauro y Dani salen más adelantados que yo, ya que llevaban un dorsal de otro color y me relegan a la cola, por lo que empiezo la carrera solo, conmigo mismo, buscando mi ritmo y fijando algunas liebres, femeninas a ser posible (ya puestos…). No negaré que soy lobo solitario, que me gusta correr solo, no tener que ir al ritmo de nadie, ni marcando el ritmo a nadie. Y así es como inicio mi maratón, aunque dura poco. En el km 5, más o menos, Mauro hace un stop&go en un arbusto y me encuentra, por lo que iniciamos nuestra aventura juntos, que dura más de 20 kms. Vamos al mismo ritmo, con tiempos muy similares en todas las carreras, por lo que es una grata compañía. Además, va con música, así que habla poco. El compañero perfecto para correr. ;)
Cogemos un ritmo cómodo, clavando los kms entre 5:30 y 5:40, con pulsaciones muy controladas, comentando cosas puntuales y disfrutando de los kms, que caen solos, con facilidad, casi sin darnos cuentas. 10, 15, 20, media maratón. El ritmo es constante y fluido, pasando la media maratón en lo previsto, 2 horas justas, un ritmo asumible. Me hidrato en todos los controles, me tomo los geles y sigo el guión al pie de la letra, disfrutando.
Pero ya en el km 24 recuerdo perfectamente como le dije: “Mauro, voy un poquito justo de rodillas”. No me dolían, pero me molestaban ligeramente. ¡Y aun faltaba poco menos de media carrera! Además, 24 kms eran lo más lejos que había corrido nunca. No había hecho tiradas de 30kms (error por mi parte) y a partir de ese momento, mi cuerpo y mi rendimiento era una auténtica incognita. Así que ya tenía la mosca detrás de la oreja.
Km 24. Vamos justitos de rodillas pero vamos.#MaratonPep #MaratonValencia
— Pep Ortuño (@Pep) November 18, 2012
Y llega el km 28, con un túnel bastante largo, con sus cuestas de bajada y subida, 2 de cada. Recuerdo como en la primera bajada, las rodillas me avisaron y en la subida de salida, me dijeron que aflojara, así que dejé que Mauro se marchara, ya que si mantenía ese ritmo, no terminaría la maratón con toda seguridad. Estas subidas y bajadas tan pronunciadas nunca le han sentado bien a mis piernas y tras tantos kms planos, sin sobresaltos, machacaron un poco mi punto débil.
Del km 30 al 35
Km 30. Voy para 4:15 perdiendo fuelle. Vamos coño!!! #MaratonPep #MaratonValencia
— Pep Ortuño (@Pep) November 18, 2012
Aprovechando que tenía a Isa (y a mi hermano y cuñada por sorpresa) en el km 34, y habiendo leído que los kms del 30 al 35 suelen ser los que te pueden joder la maratón, bajé el ritmo a 6:30 para recuperar fuerzas, descansar un poco las rodillas y ver si las descargaba un poco. Del 30 al 34 solo tengo un pensamiento: llegar y darle un beso a Isa. Es lo único que me mueve las piernas.

Me pillaron twitteando.
Llego al km 34 entero por fuera pero algo jodido por dentro, sobre todo muy rallado de cabeza, y veo a Isa, mi hermano y cuñada (que vinieron a animarme sin decirme nada). Se me cae una sola lágrima del tamaño de un níspero. Le doy un beso a Isa, recargo fuerzas mentales y sigo. Hasta el 35.
Del km 35 al 42
Aquí empieza lo que llaman la maratón de verdad y mi calvario. Y no por el llamado muro o señor del mazo, que nunca llego a ver, sino por el muslo izquierdo que se convierte en una piedra, se me carga como nunca y duele. Vaya si duele. El pinchazo me asusta, para que negarlo. Aun quedan 7 kms y de repente me es imposible correr, así que tengo que ponerme a andar, con dificultad. Por suerte, andar me sienta bien puedo alternar correr y andar. En total, en esos 7 kms tengo que ponerme a andar 9 veces, ya que cada medio kilómetro más o menos el muslo se me vuelve a montar y a ponerse como una piedra. Tardo en recorrer esos 7kms 50 minutos y sufro mucho, muchísimo. Se hacen eternos los kms, parece que vuelvo a correr 42kms y son tan solo 7. 7 míseros kilómetros. Lo bueno, es que nunca pensé en abandonar. Eso lo tenía claro. Antes terminaba a gatas que no hacerlo. Mentalmente estaba muy fuerte y no supuso problema alguno. Terminaría y lo sabía.
Si me hubieran dicho que andaría en una carrera, diría que antes muerto. Cuestión de orgullo. Pero en este caso, lo asumí perfectamente, y no me afecto para nada el tener que alternar carrera y andar rápido, siendo sobrepasado por decenas de corredores. Me sorprendí a mi mismo, muchas veces preocupado por lo que piensan de uno. Lo importante era el fin, el objetivo y si tenía que tragarme el orgullo para conseguirlo, lo haría a lo grande.
Y entre trote y andar rápido, y mucho dolor intermitente, llego a esa maravilla de meta.
Ritmos por kilómetro. El 28, el tunel (y el GPS se vuelve loco), del 30 al 35 bajo ritmo y en el 35 pincho.
La meta
Poco hay que decir de esa meta. Una preciosidad. Te embarga y te resetea la mente. De repente, me deja de doler el muslo, la rodilla, dejo de estar cansado y solo me preocupo en mirar a donde están Isa con mi hermano y cuñada y levanto los brazos. Ellos gritan y yo levanto los brazos. Ya está, estoy aquí. 42 kms después. 4 horas 19 minutos y 55 segundos después.
Y cruzo la meta. Sonriente, con cara de felicidad. Todos estos meses de trabajo, esfuerzo y sacrificio se esfuman en tan solo 150 metros y te quedas con las sensación de trabajo cumplido. Sientes tranquilidad absoluta y te sientes feliz y relajado.
Conclusiones
Mi primer pensamiento al ponerme a estirar fue: “no vuelvo a correr una maratón”. ¿Qué necesidad tiene la gente de sufrir de aquella manera? Está claro que correr una maratón no es bueno para el cuerpo, pero ¡que diablos! Es algo mucho más que correr, es marcarse un objetivo, una meta, y perseguirlo sin parar. Es fantasear cada noche con ese momento y realizarlo. ¿Cuantas veces has soñado o fantaseado con algo y lo has dejado pasar? Es decirte a ti mismo que puedes, con eso y con lo que sea, que sabes sufrir, sabes luchar por algo y sabes disfrutar lo conseguido. Que no te rindes a la primera, que aguantas lo que te echen y que muerdes por conseguir tus objetivos.
Cumplir una meta que tenías como imposible es algo maravilloso, algo que te llena y te da fuerzas para hacer lo que quieras. Y así estoy yo ahora mismo. Hace 1 año fantaseaba con cruzar la meta de una maratón y ahora, disfruto recordándolo. Es algo precioso.
Es evidente que en la preparación me faltaron pesas en las piernas y varias tiradas de 30kms. Seguro que si lo hubiera realizado, el muslo me hubiera aguantado y podría haber seguido con el ritmo, pero el haber sufrido tanto en los kms finales me hizo saborear y disfrutar muchísimo más todo lo conseguido.
¡He corrido una maratón! Increíble. Y en 4:19:55, aunque el tiempo es, sinceramente, lo de menos. Incluso mejor así, ya que tengo margen de mejora. Y no hay que olvidar que cuando me inscribí en Mayo, puse como tiempo objetivo en la inscripción 4:30:00, por lo que el tiempo conseguido es más valioso si cabe. O más disfrutable.
Ahora solo queda disfrutar, saborear y recordar estos momentos. Y descansar, que este año ha sido una auténtica locura en cuanto a running, corriendo mi primera media maratón y una maratón con tan solo 8 meses de diferencia. Por lo menos hasta 2013, que creo que me lo he ganado. No quiero ponerme nuevos objetivos y metas por el momento, porque dejaría de disfrutar de esta meta recién cumplida y quiero que esta sensación dure bastante. Ahora solo pienso en saborear esto y correr por placer.
Muchísimas gracias a todos por vuestros ánimo y vuestro apoyo. Ha sido un poquito más fácil conseguirlo con vuestra ayuda.
Keep on running.